Dark Souls y el legado de Miyazaki

Como muchas personas, mi primera exposición a Dark Souls fue cuando me empecé a meter en lo que se conoce como «juegos hardcore». Desde la salida del primer Dark Souls se les empezó a llamar a los juegos difíciles «El dark souls de los FPS» o «El dark souls de los plataformers».

Luego de haber terminado el juego me di cuenta de que Dark Souls no estaba hecho para sentirse difícil, sino para sentirse real.

El juego nos presenta una dificultad no tanto de ejecución, sino de planificación. El juego te deja bien claro que sos un extranjero en su mundo, te trata con indiferencia. Lo que generó el primer juego fue un mundo que vive y respira incluso sin la intervención del jugador, un lugar autentico donde cada cosa tiene su lugar más allá de desafiar al jugador, donde un castillo se siente como un castillo, no como un nivel de un juego o una pantalla de un arcade.

Este juego fue una obra revolucionaria por tener un diseño tan integral, desde las áreas hasta el arte, los sistemas, el combate y una historia que antepone la narrativa jugable a la exposición. Todo lo nombrado anteriormente y más fue orquestado por un hombre: Hidetaka Miyazaki.

 

Miyazaki, como varios artistas japoneses, es una persona muy enigmática y reservada que se esfuerza por mejorar cada vez más la calidad de sus obras. Es bastante obvio cuando vemos el camino logrado desde sus primeras obras de aventura con King’s Field, luego Demon’s Souls (primer título en la saga) y culminando en Bloodborne y Dark Souls III.

Pero en esta saga hay un hijo adoptado, un título que si bien fue bueno, no le pisa los talones a ninguna de las otras entregas.  Dark Souls II.

 

Dark Souls II portada

Cuando From Software vio el éxito del primer Dark Souls se dividieron en dos grupos para hacer las secuelas: el equipo A, que harí Bloodborne y Dark Souls III, y el equipo B que se encargó de sacar a la luz Dark Souls II en un año.

¿Que hacía de Dark Souls un 10/10? como dije antes, su diseño integral. Dark Souls era un mundo mientras que su secuela se sentía como un juego, una serie de niveles que no tenían nada que ver uno con el otro. El primer juego te ignoraba y funcionaba independientemente del jugador, mientras que el segundo estaba obsesionado con hacer a la persona detrás del joystick el centro del universo. Era un juego hecho para rechazar al jugador donde todo era un desafío, todos eran enemigos, todo era difícil. Era un juego hardcore.

El tropezón que fue Dark Souls II es el mejor ejemplo de lo que separa una buena obra y una obra maestra, la visión de un buen director. Miyazaki no dirigió la segunda entrega sino que la supervisó para que no fuera un completo desastre. Porque mientras el equipo B armaba un juego bueno pero olvidable, el equipo A junto con miyazaki construía dos obras maestras más, Bloodborne y Dark Souls III.

 

Bloodborne captura

 

Bloodborne se aleja de las raíces medievales de las otras entregas para entrar a una época victoriana industrial, gobernada por el misterio de Lovecraft.

Este juego sirvió para probar que los juegos Souls, ya habiéndose convertido en un género, se podían adaptar a varios tipos de historia. El género se adaptó a un estilo de lucha rápido y sin armaduras o escudos, que contrastaba con los títulos originales, los hacia parecer lentos y aburridos cuando no lo eran, solo que Bloodborne era demasiado frenético y visceral.

 

Y ya pasamos al más reciente y al último Dark Souls, su tercera entrega. En mi opinión reemplaza por completo a cualquiera de los anteriores. Simplemente lo tiene todo, la jugabilidad, la historia, la narrativa y el terror. Cambia los tropos para hacer una experiencia novedosa pero siempre recuerda lo que fue la primera entrega. Un juego sublime que simplemente hay que jugar.

La gente de From Software declaró que este será el último Dark Souls, o por lo menos el ultimo con ese título. Mucha gente expresó su tristeza, pero yo creo que es la decisión correcta. Si Kojima hubiera dejado de hacer Metal Gears después del tercero sería una saga intocable, pero en vez de eso tenemos el fiasco que fue Metal Gear Solid V. Hidetaka se retira de la ambientación medieval  con Dark Souls III, un producto inmejorable que no va a tener una secuela para que él pueda seguir mejorando como director y que pueda seguir trayéndonos sus obras inigualables. Nos deja un legado precioso del cual hay que aprender.

Una saga que hay que jugar.